jueves, 2 de junio de 2016

El Frasco de la Calma



EL FRASCO DE LA CALMA: TÉCNICA PARA CALMAR EL ESTADO DE ÁNIMO DE LOS NIÑOS

 
 
Es cierto que calmar a un niño a veces puede ser una tarea difícil. Sin embargo, hay una técnica que permite que se tranquilicen en cosa de minutos. Esta técnica está inspirada en el método Montessori y que a su vez, estimula la creatividad y la autonomía de los niños.
Educadora, científica, médica, psiquiatra, filósofa, antropóloga, bióloga, psicóloga, feminista y humanista; la vida de Maria Montessori no fue nada corriente. Una historia de superación personal en un mundo dominado por los hombres.
Sin embargo, si por algo ha trascendido la vida y obra de esta mujer italiana, es por su faceta como pedagoga y sus revolucionarios métodos de enseñanza.
Hoy el método Montessori y sus interesantes preceptos educativos, son todo un referente a nivel mundial. Su éxito se debe a sus bondadosas técnicas, pensadas para empoderar a nuestros hijos, responsabilizarles de sus acciones, reforzar su autoestima y conseguir que desarrollen una personalidad armoniosa y equilibrada.
Una de sus ideas más fascinantes, curiosas y sorprendentemente efectivas es su “frasco de la calma”, una sencilla técnica con la que calmar y controlar las rabietas tras una pelea y ataque de llanto, o en momentos en los que se sientan nerviosos, con ansiedad o miedo.
 
 
El frasco de la calma simplemente basta con agitarlo para crear una corriente de color y purpurina que les lleva a la calma, y si además les enseñamos a los más pequeños a tomar respiraciones profundas mientras se concentran en los movimientos creados en el frasco, mucho mejor.
Poco a poco les iremos haciendo conscientes de la importancia que hay en despejar la mente, cuidar la respiración y la reducción del miedo, el estrés y la ansiedad.
Con el tiempo, te sorprenderás al ver que es tu hijo el que solo y de motu proprio, va a ir a observar el frasco para pensar sobre sus acciones y calmarse cuando sienta que lo necesita.
 
 
Cuando era pequeña mis padres tenían en el salón junto al teléfono un adorno que servía para meter papeles y un boli. Seguía el mismo esquema que el frasco de la calma: tenía un líquido azul con una consistencia como de gel con purpurina y figuritas de temática marina. Me encantaba. Me quedaba hipnotizada viendo a la purpurina y las figuritas moviéndose en su interior.
NO ES UN CASTIGO, ES UNA TÉCNICA.
Como ves, el frasco de la calma es una simple, pero efectiva, técnica de control del estrés pensada para niños. Lo que no es y nunca será, es un castigo.
El frasco de la calma es una herramienta que les ayudará a crecer felices. No debe ser usado como amenaza o castigo tipo al “rincón de pensar”.
 
Los adultos pagamos mucho dinero por aprender a controlar nuestro estrés, o a luchar contra los problemas de salud que nos provoca. Imagina lo importante que puede llegar a ser para su bienestar, que tu hijo conozca una técnica de control de estrés y frustración desde su infancia.
Igual que el yoga, la meditación, el mindfulness, mirar una vela, las técnicas de relajación eriksonianas y tantas otras herramientas utilizadas por los adultos para controlar el estrés, el frasco de la calma comparte con éstas su metodología y objetivos.
Sin embargo, los niños tienen problemas para realizar pautas de forma consciente, por eso se utiliza la purpurina como herramienta para atraer su atención y calmarse.
 
LA CIENCIA DETRÁS DEL FRASCO.
 
 
Maria Montessori, primera mujer doctorada en medicina en Italia, explicó que el frasco permite a los pequeños organizar y centralizar su sistema nervioso central en un estímulo concreto.
Cuando el niño está estresado, su ritmo cardíaco y su respiración se aceleran y su mente se bloquea:cuántas veces le has preguntado a tu hijo por qué llora tras una rabieta y no sabía decirte la razón.
Sin embargo, al concentrarse en la lenta caída de la purpurina y sus formas, se genera una orden inconsciente que manda la señal al cerebro para que disminuya la agitación. Poco a poco se crea una relación entre este patrón visual y la calma.
Cada niño es único y responde de manera diferente ante el frasco de la calma. Por ello no hay que olvidar que es una técnica, y como cualquier otro aprendizaje, requiere de cierta práctica.
La edad ideal para ponerla en práctica es entre los dos y cinco años. Así mismo, debemos poner atención en que el tamaño y material del bote sea el apropiado al tamaño, habilidad y cuidado de nuestro hijo.
 
RECETA PARA EL “FRASCO DE LA CALMA”
Crear un frasco de la calma es muy fácil, solo debemos reunir los siguiente ingredientes.
  • 1 frasco de plástico transparente con tapa (la receta original de Montessori era con uno de cristal, pero es mejor que sea de plástico para evitar accidentes en caso que se les cayese al suelo)
  • Agua caliente
  • Pegamento líquido transparente.
  • Purpurina del color que quieras (puedes escoger varios colores)
  • Colorante alimentario, también del color que quieras
  • 2 cucharadas de champú infantil transparente o glicerina (la glicerina se vende en farmacias o droguerías)
  • Cola caliente (o pegamento resistente tipo superglue)
1. Pon agua caliente hasta algo menos de la mitad del frasco.
2. Añade el pegamento líquido hasta que veas que comienza a tener un aspecto más denso. Dependerá del tamaño que tenga tu frasco. Cuánto más pegamento eches, más despacio se moverán las purpurinas después.
3. Añade las dos cucharadas de glicerina o chumpú transparente. Y mezcla bien.
• El pegamento y la glicerina se usan para que existan fluidos de diferentes densidades, y que la purpurina descienda de diferente forma y velocidades.
4. Añade poco a poco el colorante hasta que coja el color que os guste. Mezcla de nuevo.
5. Añade la purpurina en la cantidad que desees. Puedes echar purpurinas de varios colores para que tenga un efecto aún más bonito. Mezcla, mezcla.
6. Añade más agua caliente hasta que rellenes el frasco, dejando un dedo de aire para que el contenido se mueva cuando sea agitado. Y…mezcla.
7. Cuando el contenido esté listo, pega la tapa utilizando una pistola de cola caliente para evitar que se pueda abrir.
Os dejo el link de un video, que aunque esté en inglés, entenderéis fácilmente el procedimiento: 
 
Muchos padres incluyen juguetes en su interior, o utilizan colores flúor y pinturas llamativas. Hay algunas que incluso lucen en la oscuridad. Puede ser una excelente idea, pero por favor, asegúrate de que no sean tóxicos.
Si son juguetes que no dejarías a tu hijo por miedo a que se atraganten, no los uses tampoco. Comienza haciéndolos sencillos, y con el tiempo y los años ve incluyendo elementos llamativos que resulten seguros y aptos para su edad.
Deja que participen en la creación de los frascos, que puedan elegir los colores que más le gusten. No solo será un bonito momento para compartir creando, sino que serán más conscientes de para qué lo están haciendo.
Y aunque está dirigido para niños, a los adultos nos encantan también, así que si no tienes niños, anímate a hacerte uno para ti.
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